La bilis actúa hasta cierto punto como un
detergente, ayudando a emulsionar las grasas (disminuyendo la tensión
superficial de las grasas para ayudar a que actúen las enzimas), y facilitar
así su absorción en el intestino delgado. Los compuestos más importantes son
las sales de ácido taurocólico y ácido desoxicólico. Las sales biliares se
combinan con fosfolípidos para romper los glóbulos de grasa en el proceso de
emulsión, asociando su lado hidrofóbico con los lípidos y su lado hidrofílico
con el agua. Las gotitas emulsionadas se organizan entonces en micelas que
aumentan la absorción. Ya que la bilis aumenta la absorción de grasas, es
importante también para la absorción de las vitaminas liposolubles: D, E, K y
A.
Además de su función digestiva y penetral, la bilis
sirve como ruta de excreción para el producto resultante de la ruptura de la
hemoglobina (bilirrubina) creado por el bazo, que da a la bilis su color
característico. También neutraliza cualquier ácido en exceso del estómago antes
de que entre en el íleon, la sección final del intestino delgado.
Las sales biliares son bactericidas, y eliminan los
microbios que entran con la comida y también son detoxificantes, en especial
para el alcohol en exceso y para algunos fármacos. Si se vomitan todos los
alimentos digeridos, la bilis tiene la función de excreción de reserva, así
vomitando esta.
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